viernes, 12 de febrero de 2010

ELIGE TU PROPIA AVENTURA!

y un día iba la lechera por la calle, embutida en trajes dignos de cualquier etiqueta de yogur, con sus cántaros de leche lindando con sus pechos, llenos hasta arriba de leche. no fue fácil llenarlos, pero ahora que los tenía, todo adquiría una nueva perspectiva. con qué felicidad se inmisucuía en sus sueños, sueños que prometían!
por una parte ella era ya feliz aunque pobre. sí, pensaba que su humildad le depararía destinos apasionantes y feroces, pero, ¿para qué esperar? tenía dos cántaros de leche, que vendería para comprar otra vaca y pronto tener cuatro, y seguidamente de vender estos cuatro nuevos cántaros, compraría un semental que tendría terneras con las vacas, así las nuevas vacas darían leche, las vacas más tardías darían carne, y con las ganancias podría seguir aumentando su ganado, contratar a pastores que hiciesen el trabajo por ella, tener un gran mercado de leche y carne... pero cuánto trabajo era aquello, ¿verdad? en realidad, estas ganancias le abrumaban, ella no necesitaba tanto.
y en este punto, la ya conocida y feroz piedra decide ser golpeada por la linda puntera del zapato de nuestra lechera. ella queda en el aire, suspendida, mientras que el lector realiza su elección:


-si quieres que la lechera cumpla sus sueños, ve al PÁRRAFO I.
-si quieres que la lechera se vea enfrentada a la frustración que supone el hecho de que sus sueños se arruinen, ve al PÁRRAFO II.
-si estás indeciso, ve al PÁRRAFO III.

PÁRRAFO I.
quizás la suerte, quizás el pie aventurándose a su reencuentro con el suelo o quizás el hecho de que en realidad fue un tropiezo fortuito hacen, que tras un susto, la lechera siga su camino.
y un salto en la línea de tiempo nos hace ver a una lechera con un gran mercado de carne y leche a su disposición, un apuesto pastor que, compartiendo su amor con las reses y la propia lechera, convivía con ésta y un destino tan predecible y maravilloso como en el más feliz de sus deseos. o al menos sería así si en sus sueños hubiera cabido que, pese a todas sus ganancias siempre se pregunta qué fue de la aventura, de la no-predicción, de la adrenalina segregada cuando se encontraba con los pies en el aire y los cántaros en las manos. lástima, tendrá que conformarse con lo que tiene. ve al PÁRRAFO IV.

PÁRRAFO II.
la lechera se encontraba inmersa en un mar de barro, leche y lágrimas. pero se levantó, se limpió y se fue a casa con dos cántaros vacíos y la cabeza gacha. las vacas, enfermas y casi moribundas, nunca volvieron a dar la suficiente leche como para llenar dos cántaros, a veces ni siquiera uno. pero traspasada la tristeza del momento de la caída, un nuevo espíritu de superación, de investigación de nuevas formas de soñar y amar dieron sentido a su vida. la lechera nunca fue tan feliz como en sus sueños, pero pudo disfrutar de lo necesario para ser lo justamente feliz y de la posibilidad de echar la vista atrás para recordar los placeres de haberse realizado a sí misma. ve al PÁRRAFO IV.

PÁRRAFO III.
la lechera, mientras inevitablemente caía, soltó uno de los cántaros, el otro lo apretó (aún mas si cabe) contra su pecho, lo que supuso salvar la leche de al menos, uno de ellos. el otro, al caer al suelo se rompía en mil pedazos, y también descomponía en mil gotas de sangre el cuerpo de la lechera, que caía sobre los afilados restos. la lechera pudo mejorar su calidad de vida con el cántaro vendido, pero su vaca, aunque sana, nunca volvió a dar tanta leche como para llenar dos cántaros. pero su vida quedó marcada por el abandono de aquel pote de cerámica que le dejó heridas incurables en su cuerpo, heridas que la atormentaban día a día con grandes dolores. nuestra protagonista se encerró en una rutina de felicidad frustrada, con una continua intención constante de hacerse rica que nunca se cumpliría. ve al PÁRRAFO IV.

PÁRRAFO IV.
al final de su vida, la triste lechera se acordó de aquel momento en el que fue un pájaro y planeó sobre el devenir. inmediatamente supo, que de haber podido volver a elegir, le habría entregado las riendas nuevamente al destino, o (¿por qué no?), al azar.

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qué bonito finde se presenta, verdad?

P.D.: tochazo

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